Eres mi favorita.
Amanda dejó caer la cabeza contra su pecho otra vez agotada.
Se estaba convirtiendo en su lugar favorito.
—Estoy cansada, Ethan… De todo. De la sensación constante de estar fallando, aunque no haya hecho nada malo. Anoche solo quise… solo quise tener un día normal. Y terminé escondida en un baño llorando porque alguien me dijo que era “la favorita del jefe”.
—¿“Favorita del jefe”? ¿De cuál jefe?
—¡Daniel, obvio! —soltó Amanda, indignada—. Si al menos dijeran que soy tu favorita, tendría un poquito más de sentido. ¡Mírame! Estoy desahogándome contigo y tú me estás abrazando.
Ethan no pudo evitar que se le escapara una risa grave y baja, que recorrió el cuerpo de Amanda como un escalofrío cálido.
—Eres mi favorita —dijo él, con una sinceridad peligrosa que la dejó sin aliento.
Amanda levantó la cabeza de golpe y su corazón dio un vuelco.
—Ethan…
—Lo eres. No voy a fingir diciendo que no lo eres. Estoy siendo muy sincero.
Amanda tragó duro.
Sentía que el corazón quería escaparse por la g