Amor.
Sentada en el asiento de copiloto del auto de Ethan Van Ness, con las manos frías, las rodillas temblorosas y el estómago haciendo malabares olímpicos, Amanda intentaba convencerse de que aquello era una buena idea.
¿Entrar al mismísimo Grupo Arista, uno de los conglomerados más respetados del país, como si fuera una mujer segura, sofisticada y lista para conquistar el mundo?
¡Después de haber salido por la puerta de atrás de la joyería más importante a nivel mundial!
Dios la ampare.
Había pasado apenas un fin de semana desde su renuncia oficial, donde había llorado en el baño de Van Ness Fine Jewelry, sin dignidad, sin futuro y sin saber cómo seguir respirando.
Ahora estaba allí, pretendiendo que tenía su vida bajo control.
Todo gracias al hombre sentado a su lado.
Un hombre que lucía tan peligrosamente atractivo esa mañana que debería estar prohibido aparecer así e