LA LUNA QUE VOLVIÓ A AULLAR
CAPÍTULO 1: EL SONIDO DEL SUEÑO ROMPIÉNDOSE
El aroma de sauco y hierba fresca se mezclaba con el de la madera quemada en el fogón central de la clairière — ese círculo de piedras talladas que había visto tres generaciones de lobos celebraban sus uniones. Yo, Selena Castillo, estaba de pie en el centro, con el vestido de luna blanco que mi abuela me había tejido con sus propias manos antes de morir. Los hilos de seda se aferraban a mi piel como un susurro, y sentía cómo todos los ojos de la manada Morán se posaban en mí: en la futura luna del Alfa más poderoso del territorio, Liam Morán.
A mi izquierda, Liam era imponente en su traje negro, con el pelo oscuro peinado hacia atrás y esos ojos de color ámbar que alguna vez me habían mirado con una ternura que me calentaba hasta los huesos. Ahora, su mirada era firme, concentrada en el sacerdote lobo que se preparaba para iniciar el rito. “Hoy, dos almas se unen en la sombra de la luna y la luz del sol”, empezó