El día transcurrió con una energía renovada para Ameline, quien, tras aprender a manejar su nuevo celular con la ayuda de Prissy, se sintió decidida a no pensar en Seth y tratar de disfrutar sus quizás últimos momentos con Kato.
La mañana comenzó con los cuatro reunidos en la habitación de Prissy, planeando una salida para explorar los alrededores del hotel en la península de Yucatán. Prissy, con su habitual entusiasmo desbordante, saltaba de idea en idea, proponiendo actividades que había leído en folletos turísticos: visitar cenotes, explorar ruinas mayas y disfrutar de las playas y restaurantes.
—¡Tenemos que ir a Xcaret! ¡O a Tulum! ¡Imagínense nadando en un cenote y luego tomando fotos con esas ruinas increíbles! — exclamó, sus ojos brillando mientras aplaudía como niña pequeña.
Nataniel, por su parte, no pareció del todo convencido con la idea, sus nervios siempre a flor de piel desde que se habían metido más profundo en los líos de la familia Rinaldi.
—No sé, Prissy… ¿Y si