La boca de Seth entre las piernas de Ameline la enloqueció por completo, la hizo perder la cordura, aferrarse a su propio cabello mientras gemía ruidosamente su nombre.
—¡Seth…! ¡Oh, Seth…!...
Seth se apartó de Ameline con un movimiento lento pero deliberado, dejando que el eco de su orgasmo aún resonara en el aire mientras ella jadeaba, su cuerpo temblando en las ondas de placer que él le había provocado.
Se levantó del sofá, su figura imponente caminando hacia el pequeño bar en la esquina de la oficina, el sonido de sus pasos resonando contra el suelo de madera.
Con manos que temblaban ligeramente, tomó una botella de whisky de la estantería, sirviéndose una copa con un líquido ámbar que brilló bajo la luz tenue. Lo bebió de un trago, el vidrio chocando contra la mesa con un golpe seco, pero no se detuvo ahí. Agarró la botella directamente, llevándola a sus labios y bebiendo largos sorbos, el licor deslizándose por su garganta mientras sus ojos evitaban los de ella, perdidos en