Ameline se quedó encerrada en su habitación por lo que le parecieron horas, hasta que de repente vio una sombra en su ventana.
Se asustó por un momento, pero se relajó y al mismo tiempo se molestó al ver que se trataba de Seth.
Se frotó las sienes, suspirando profundamente antes de darle la espalda.
Era consciente de que él podía abrir la puerta solo, pero ella no pensaba ayudarlo a entrar, la verdad prefería estar sola.
“O más bien sola contigo, mi bebé”, pensó, acariciando su vientre, donde sentía leves movimientos de su bebé, casi como si quisiera consolarla.
Seth entró al cabo de unos minutos, con una caja de bombones en mano.
—Le pregunté a la Dra. Athena y me dijo que no hacía daño que comieras un par de estos hoy… y puedes ir comiendo un par y un par a lo largo de la semana… si quieres.
Ella volteó a verlo con cansancio.
—¿Qué quieres, Seth? —preguntó sin ganas.
—Pues… para mí no es normal tener que disculparme por nada, pero… sé que te debo una disculpa, y sé qu