Ameline, aún temblando en los brazos de Seth, sintió una oleada de pánico y agotamiento que la hizo aferrarse a él con más fuerza, sus manos agarrando la tela de su chaqueta como si fuera su único ancla en medio del torbellino emocional.
—Sácame de aquí, por favor —suplicó, su voz quebrada mientras enterraba la cara en su cuello, el calor de su piel contrastando con el frío que la había invadido—. No quiero ver más a esa traidora. Juega con mi maldita cabeza, y no puedo soportarlo más.. . —Las palabras salieron entrecortadas, cargadas de una mezcla de ira y vulnerabilidad que apenas podía controlar.
No le importaba ser débil, por una vez, incluso si era frente a las dos personas que más la hicieron sufrir, incluso si debía seguir abrazando a Seth para sentir algo de calidez en el pecho.
Bianca, desde la silla donde seguía atada, levantó la cabeza con un grito desesperado.
—¡No es cierto! ¡Ameline, no es verdad! ¡Te juro que no estoy jugando contigo, solo... s-solo tengo miedo, Ameli