Ameline sintió su corazón latirle con fuerza en los oídos.
Delante de ella, después de mucho tiempo, estaba la causante de todos males.
—Betty… ¿O debería llamarte Bianca? —Sacando fuerzas de le inmensa ira que la invadió, Ameline avanzó hasta quedarse a solo unos pasos de la silla donde estaba atada.
—A-Ameline… —Bianca parpadeó inocentemente—. ¿Estás bien? No sabía que te habían capturado estos mafiosos…
—¡Deja de hacerte la inocente! —Fue hasta ella y la abofeteó.
Bianca jadeó, y empezó a llorar, mirándola dolida.
—¿Por qué me haces esto? ¡Te estuve buscando todo este tiempo!
—¡Mientes! —Quiso abofetearla otra vez, pero al ver marcas en su cuello, como si hubiera sido ahorcada recientemente, se detuvo, confundida—. ¿Y a ti qué te…?... N-no, no me importa qué te pasó, ¡diles de una vez que tú te robaste el reloj de Seth Rinaldi! ¡Todo este tiempo he estado pagando las consecuencias de TU crimen!
—Yo no robé el reloj…
—¡Sucia mentirosa! ¡Eres una…!
—¡Fue Craig Mendel, él