Capítulo 54. Yo era la presa
—¿Pero por qué estás tan segura? ¿Puedes transformarte? ¿Tienes una voz en tu cabeza como en los libros de fantasía? ¿Te duele algo? ¿Estás peluda?
La voz de Nala retumba en el teléfono. Aria apenas puede contener una sonrisa cansada. La conoce demasiado bien como para no haber anticipado esta ráfaga de preguntas. Lo sabía. Sabía que en cuanto se lo dijera, Nala entraría en modo interrogatorio. Siempre fue así: impetuosa, frontal, sin filtro y con un corazón tan grande que no había nada que la detuviera.
—Respira, Nala —dice Aria con voz suave, aunque el temblor en su pecho delata lo removida que está por dentro—. Te juro que si pudiera darte respuestas claras, lo haría. Pero yo también me estoy enterando de todo. Tratando de asimilar mi realidad.
El silencio que sigue es corto, como una pausa para que Nala inhale.
—Pero… ¿cómo es que te estás enterando recién ahora? ¿Por qué no te diste cuenta antes? ¿No lo sentiste?
Aria se apoya contra la pared de su habitación. Mira por la ventana