Punto de vista de Isabella
Había tomado mi decisión.
No es fácil. Nada lo había sido desde que descubrí que los gemelos eran mis mates.
No se trataba solo del miedo, aunque lo había. Era el instinto lo que palpitaba con más fuerza cada día, como un animal salvaje que quería aferrarse a ellos, marcarlos, sentirlos míos.
Pero el miedo también está ahí. Ese pánico a no poder completar la marca. Ellos no quieren compartirme. Y si uno me reclamaba… ¿el otro se iría? ¿Y si no puedo elegir? ¿Y si mi cuerpo no resistía el dolor de quedarme solo con uno? ¿Y si el vínculo me desgarraba por dentro?
Es mejor irme, correr antes de caer, antes de amar más, antes de que el vínculo se complete y ya no pueda escapar de ellos, antes de que se apoderen de todo lo que soy.
Mientras mi tia Rafaella miraba a Sofia en el pasillo, aproveché el momento. Me escabullí. Mis dedos temblaban cuando tomé el teléfono que había dejado cargando. Sentía un nudo en la garganta, un vacío enorme en el pecho. Escribí un sol