Punto de vista de Isabella
Los vio desde lejos.
Dos figuras tensas, erguidas, con las mandíbulas apretadas y los ojos oscuros clavados en ella como si pudieran desarmarla con la mirada. Su pecho se contrajo con fuerza. Uno apoyado en una columna, el otro con los puños cerrados a los costados, como si se contuvieran de correr hacia ella… o de gritarle.
Ambos la esperaban.
Ambos la deseaban.
Y ella…
Ella quería salir corriendo.
Pero ya no más.
Sus pasos resonaban en el concreto como una sentencia. Cada tacón era una despedida, cada latido, una herida abierta. El viento helado le acariciaba las piernas desnudas, pero no era el frío lo que la estremecía. Era el calor que irradiaban ellos. Esa energía feroz que le recordaba a cada segundo cuánto los amaba.
Se detuvo a un par de metros.
—Gracias por venir —dijo. Su voz temblaba, pero no se quebró. No todavía.
Jhon la miró como si quisiera besarla y destruir el mundo al mismo tiempo. James tragó saliva, los ojos brillantes, evitando verla