Narrador
Las puertas del edificio se abrieron con un leve suspiro metálico.
Las tres cruzaron al mismo tiempo, como si hubieran ensayado cada paso.
El murmullo fue inmediato.
—¿Son ellas?
—Volvieron…
—Mira cómo caminan…
—¿Vieron a Sofía? Está… distinta.
—Esa es Rocío. ¡Está preciosa!
Nada de eso importaba.
Las chicas caminaban juntas, sincronizadas, vestidas con elegancia y sin una sola duda en sus ojos. Habían aprendido a fingir que no dolía… hasta que dejó de doler.
Una joven nueva en recepción las miró con los ojos abiertos.
—¿Puedo… puedo ayudarlas?
—Vamos al piso 30 —respondió Rocío sin perder el paso.
El ascensor se abrió.
Isabella fue la última en entrar, lanzando una mirada al reflejo metálico de las puertas.
—¿Listas? —preguntó.
Sofía respiró hondo.
—Más que nunca.
Cuando llegaron, los pasillos parecían congelados por su presencia. Algunos empleados se quedaban quietos al verlas pasar, otros bajaban la mirada, y los más antiguos simplemente sonreían, casi c