Las puertas del edificio se abrieron con un leve suspiro metálico.
Las tres cruzaron al mismo tiempo, como si hubieran ensayado cada paso.
El murmullo fue inmediato.
—¿Son ellas?
—Volvieron…
—Mira cómo caminan…
—¿Vieron a Sofía? Está… distinta.
—Esa es Rocío. ¡Está preciosa!
Nada de eso importaba.
Las chicas caminaban juntas, sincronizadas, vestidas con elegancia y sin una sola duda en sus ojos.