232.

No sabía por cuanto tiempo había tocado la puerta de aquella habitación en donde Adalia estaba encerrada con otro hombre, tal vez por treinta minutos completos, en donde había colisionado sus manos, su cabeza y todo su cuerpo contra el duro material, aquella era la razón por la que no sentía casi ninguna de sus extremidades, incluidas sus piernas, las cuales andaban por inercia.

Ella no saldría de allí por voluntad propia, él tendría que sacarla a la fuerza, pero no estando desarmado, no estando como estaba, al punto del desmayo.

La furia generaba espasmos en su cuerpo, sus débiles extremidades se sacudían con la brusquedad de una bestia, los ojos de Derek se encontraban llorosos por la desesperación, sangre se esparcía por sus manos.

Tocó la puerta una vez más, era ignorado por la muchacha a la que amaba mientras ella se encontraba en una habitación con otro hombre, que podía verla casi sin ropa, porque así los había encontrado aquel maldito sujeto, el cual debía de estar muerto. Hab
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