El reencuentro con Peter había llenado a Harper y Damon de una energía y un propósito renovados, el niño emocionado por la promesa de un rancho con caballos, correteaba entre ellos mientras cargaban el vehículo blindado con lo necesario para el viaje.

Elías, su hombre de confianza en quien había depositado a su propio hijo para que lo cuidara junto a su mujer, había insistido en prestarles su camioneta suburban, un vehículo mucho más robusto que el coche común en el que pretendían viajar, y en instalarles un rastreador por si acaso.

— Montana es un camino largo y abierto — advirtió Elías, un ex operativo de inteligencia — Entiendo que quieras desligarte de todo, Damon, pero no es momento para ser descuidado, y menos con tu familia, llévate el auto.

— Pero, Elias… no es necesario…

— No es nada, Damon, he recib