Damon estaba inclinado sobre ella, apoyando las manos a ambos lados del reposabrazos, atrapándola por completo. El calor de su cuerpo la envolvía, pero lo que realmente la quemaba era la intensidad depredadora de sus ojos.
— Dime exactamente lo que escuchaste, Serena — Exigió — ¿Por qué estás temblando? ¿Y por qué ibas a salir corriendo? ¡Habla! No juegues conmigo. Dime todo lo que has oído, de principio a fin. Y no te atrevas a mentirme, ¿Qué sabes de mi identidad?
Harper sintió el terror helado que le cerraba la garganta. No podía confesar que lo había escuchado hablar de la Mafia Kóvach, de la venganza y de cómo estaba dispuesto a sacrificar a la “Serena Blake original”. Si lo hacía, él la vería como una amenaza y la descartaría, o peor, la usaría sin piedad. Había visto bastante en la cárcel como para fiarse de alguien sin escrúpulos, se había fiado del imbécil de Montclair y bueno, ya se sabe cómo terminó.
— No sé de qué me estás hablando — intentó mentir, pero su voz salió como