—Señor...Solo la voz del viejo Nolan logró sacarlo de su trance.Papá, al reaccionar, le metió una patada con rabia.—¡¿Y tú qué haces que no sacas a esas ratas de aquí?! ¿También estás del lado de esa mocosa? ¡Seguro ustedes armaron todo esto con un cadáver falso para asustarme!Nolan puso cara de víctima. Y yo, que escuchaba todo, no sabía si reír o llorar.¿Quién con tantita decencia querría estar cerca de papá? Ese tipo sabe adaptarse al ambiente. Y aunque no es tan despreciable como Darly, al final solo es otro empleado que obedece y no se mete en nada.—Señor, se está equivocando... Esa sí es la señorita Chiara. Usted mismo cerró la puerta del cuarto. Yo también la abrí hoy por primera vez...Pero ni eso hizo que papá cambiara de idea. Seguía apuntando a la bodega como loco:—¡Chiara no está muerta! ¡Eso es mentira!—Esa maldita lo planeó todo para escaparse sin dar la cara.—¡Pero la voy a atrapar! ¡Y cuando la agarre, le romperé las piernas!Yo lo miraba mientras giraba como
Por la noche, ya de vuelta en su estudio, papá seguía terco con su idea de que yo me había escapado.Para confirmar su hipótesis y dar conmigo, hasta se puso a revisar él mismo las cámaras de seguridad de la casa.En la mansión no hay cámaras adentro de los cuartos, pero afuera están por todos lados, no se escapa ni una esquina. Todo lo que entra o sale queda grabado.Las grabaciones eran claras: el día que me encerraron en el cuarto, no volví a salir jamás.—¡Eso no puede ser!Papá no lo aceptaba. Lleno de rabia, estrelló el portátil contra la pared, éste se rompió en pedazos.—¡Chiara seguro arregló estas imágenes! ¿No era tan lista para los estudios? No me extrañaría que supiera hacer eso…¿Cómo pude tener una hija tan rebelde?Después de gritar, seguía igual de furioso. Agarró el cenicero de la mesa y también lo lanzó.Justo ahí, Darly entraba con un vaso de leche en la mano.Se asustó tanto con el ruido que se le cayó el vaso y se rompió contra el suelo.Papá reaccionó inmediatamen
—¿Cuando encerraste a Darly, ¿no pensaste que podía tener miedo? ¡Ya es tarde para andar rogando! Te la pasaste años gozando de los caprichos de papá y mamá, y aun así tuviste el descaro de tratar mal a Darly, que ni papás tiene. Te lo digo en serio: si vuelves a hacerle algo, te voy a dar una lección que no vas a olvidar nunca.—Chiara, eres mala. El castigo que te dio papá fue demasiado suave. Desde hoy ya no eres mi hermana. No tengo por qué ver como familia a alguien tan cruel. ¡Ojalá estuvieras muerta! Tener una hermana como tú da pura vergüenza.Todavía recuerdo esas palabras de Miles, mientras yo me revolvía desesperada en la oscuridad… hasta que ya no tuve más esperanza.¿Qué pasaba por mi cabeza mientras me ahogaba en ese encierro?Pensaba en muchas cosas… tantas que ahora ya ni las recuerdo bien.Supongo que me arrepentía.Me arrepentía de haber sido tan ingenua, de no haber sospechado nunca de una extraña.Me arrepentía de no haber ido con mis papás al pueblo… tal vez podría
Ese ruido los asustó a ambos, en el sofá.Papá fue el primero en espabilar, apresurado, tratando de disimular mientras se acomodaba la ropa. Solo al ver que no había nadie alrededor, suspiró aliviado.Yo también estaba tensa. Jamás pensé que de verdad pudiera levantar algo… Así que, por instinto, floté hasta el florero roto para observarlo mejor.—¡Ah!—¡Un fantasma!Justo en ese momento, Darly alcanzó a ver una sombra y gritó a todo pulmón.¿Qué está pasando? ¿Ella… puede verme?Me quedé petrificada en el lugar, sin entender nada, demasiado atónita para moverme.Pasaron unos segundos de silencio. Al ver que no había “nada” más, Darly se abrazó de nuevo a la cintura de papá y empezó a quejarse con voz mimosa:—Tengo miedo… abrázame.De pronto se sentó sobre las piernas de papá, con la blusa ya desabrochada, casi por completo.Ambos volvieron a su atmósfera íntima, dejando escapar apenas unos gemidos ahogados.Yo, al ver esa escena, deseé de corazón haber nacido ciega.¡Qué asco!Pero j
Cuando llegué a la comisaría, me preparé para seguirlos hasta la sala de interrogatorios. Me moría por ver con mis propios ojos el momento en que soltara la verdad.Pero apenas me acerqué a la puerta, algo me sacó volando. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí dolor.Intenté varias veces, pero nada resultaba. El ardor en el alma era insoportable. No me quedó más que rendirme, con la rabia encima.Los días siguientes, me los pasé rondando la entrada de la comisaría, escuchando lo que decía la gente que entraba y salía.No era mucho, pero sí lo suficiente como para darme gusto.La evidencia contra papá por asesinato era clarísima. Ya había confesado, y pronto le iban a dictar su sentencia. Lo más probable: pena de muerte.Su empresa, además, había sido intervenida por evasión de impuestos y otros delitos cometidos en estos tres años.Pensé que a Darly la iban a soltar, pero escuché que durante la investigación los policías se enteraron de que el hijo de su tío no se había ahogado por
Era la hora de la cena, y papá observaba a sus hijos sentados a la mesa, esperando la comida, y frunció el ceño al ver un asiento vacío.—¿Esa mocosa no sabe lo que son las reglas? ¿Toda la familia tiene que esperarla para cenar? Ya fue castigada y aún no aprende. Creo que fue un castigo demasiado suave. La mano de Nolan, el mayordomo se detuvo un momento mientras servía los platos, antes de responder con cautela:—Señor, la señorita Chiara sigue castigada en la bodega… ¿Desea que la saquemos?Papá soltó la copa de vino por un segundo y miró hacia el rincón donde estaba la bodega, como sorprendido. Sin embargo, rápidamente se recompuso y respondió con indiferencia:—¿Sacarla? Que se quede ahí unos días más. Si no aprende con un poco de sufrimiento, va a seguir molestando a sus hermanos.El mayordomo miró a los dos chicos sentados a la mesa, Darly y Miles Leclair, con las mejillas sonrojadas y un aspecto saludable, y no pudo evitar sentir lástima por la pobre Chiara, que seguía e
Aunque ahora solo fuera un espíritu, cuando miré la puerta de aquella bodega, todavía podía sentir esa presión horrible en el pecho que no me dejaba ni respirar. Como si en cualquier instante, la oscuridad y esa sensación de ahogo pudieran regresar a tragarme viva. Retrocedí desesperada, alejándome de ahí tanto como pude. Al instante, ya estaba en el comedor.Papá y Miles estaban sentados a los lados de Darly, hablándole en voz baja para consolarla.—Darly, mírate, estás más delgada —intentó calmarla papá, mientras la abrazaba con cuidado—. Tienes que comer más para estar fuerte. Lo de la vez pasada te pegó duro, ¿no? Papá sabe que sufriste mucho. —Suspiró—. Pasaste por tanto… y esa maldita de Chiara ni siquiera ha pagado lo suficiente. Fue muy poco para todo lo que hizo… Pero tranquila, esta vez sí que recibirá el castigo que merece. Miles, por su parte, también intentaba hacerla sentir mejor:—Darly, tú eres mi única hermana...Yo, que ya estaba detrás de ellos, escuchando có
Después de mimar a Darly durante la cena y verla sonreír feliz, papá finalmente se dignó a darle la orden al mayordomo, como si estuviera haciendo una gran obra de caridad:—Ve a sacar a Chiara de la bodega. Asegúrate de que se bañe bien, no quiero que le dé asco a nadie.Papá hablaba con aires de grandeza, como si haberme encerrado una semana y ahora dejarme salir fuera un regalo inmenso que yo debía agradecerle de rodillas.El mayordomo recibió la orden y enseguida mandó a los sirvientes para cumplirla.Darly, de pie a un lado, se aferró con ternura al brazo de papá y adoptó expresión dulce y comprensiva mientras decía:—Papá, cuando salga Chiara, no le grites más, ¿sí? Después de todo, ella es tu hija biológica… no como yo… Yo ya me siento muy afortunada de tener un padre que me quiere tanto. Los ojos de papá se llenaron de ternura y orgullo, y le acarició suavemente el cabello.—No vuelvas a hablar de si eres biológica o no. Tú también eres mi hija, mi princesita. Darly, er