Capitulo 117

Antonela permaneció asustada hasta que el coche que conducía Fred salió del hospital y se dirigió a la carretera principal de la ciudad. Solo cuando se dio cuenta de lo que había sucedido y de que estaba a salvo, consiguió liberar el aire que tenía atrapado en los pulmones.

Sus manos húmedas y temblorosas se relajaron. Se las secó en los vaqueros que llevaba puestos. Miró a Fred, preguntándole cómo sabía que necesitaba ayuda y cómo había logrado ser tan eficaz al sacarla de entre los leones.

—Me dijiste que Benjamín te había enviado…

Fred giró el cuello y le dedicó una sonrisa. Miró la mano de ella, luego volvió su atención a la carretera, pero aún con una sonrisa en el rostro.

—Necesito saber adónde debo llevarte —dijo su voz—; después de todo, Benjamín no me dijo dónde vives.

—Él no sabe dónde vivo —su voz casi murió—, ¿así que realmente decías la verdad cuando afirmaste que fue él quien te envió aquí?

El coche comenzó a avanzar lentamente y la mirada de Fred recorrió la pista como
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