6. Ni hada, ni mucho menos encantada... ¡una bruja absoluta!

El trayecto a donde sea que fueran transcurrió en absoluto silencio. Ella no se atrevía a mirarlo, a dirigirle la palabra o preguntar a donde la llevaba, tan solo se arrinconó junto a la ventana cruzada de brazos y observó como la lluvia poco a poco menguaba.

Por su lado, Emilio había estado observándola desde que subió al auto, atrapado en ella, en su particular belleza, en la ternura e inocencia que reflejaba, que lo envolvía, Dios, se sentía como si una entidad poderosa lo hubiese ligado a ella sin opción a resistirse.

Estaba idiotizado por esa mujercita de cuerpo delgado… y enfurecido.

Agh, esa bruja… ¿cómo podía actuar así, tan indiferente, tan inocente? ¿es que no entendía la magnitud de su problema?

Lo que había hecho podría costarle al menos cinco años de cárcel, ¿si quiera pensó en eso? Y si lo hizo, ¿no le importó?

Llevaba a una criatura inocente en su vientre, una que fácilmente podría ser suya, joder, y aunque no recordara con suficiente claridad lo que pasó esa noche, bas
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