—Aquí están. La que Milagros guardó... y la que encontramos contigo, Richard.
—Miren, Anselmo, Richard. El tipo de lana... es la misma, una lana gruesa, como hecha a mano, con esas pequeñas imperfecciones que le dan un toque artesanal.
—Sí... es increíble. Nunca la había mirado tan de cerca.
—Parece la misma calidad, sí. Una lana fuerte, duradera.
—Y las flores... el patrón es casi idéntico. Rosas pequeñas de un color rojo deslavado, con hojas verdes bordadas alrededor. La forma en que están dispuestas en las esquinas... es la misma.
—¡Miren! Aquí, en la manta de Valentina, hay una pequeña rosa con un pétalo ligeramente diferente, como si la lana fuera de otro tono. Y en la de Richard... aquí también hay una, ¡exactamente en el mismo lugar y con la misma pequeña variación!
—Incluso el tacto... se siente igual. Suave, pero con esa textura rústica de algo hecho a mano.
—Esto... Esto es más que una simple coincidencia. Es... asombroso.
—Nunca... nunca imaginé algo así.
—Es como si... com