—Señora Ana —dijo Richard, dejando a un lado la carpeta con un suspiro pesado—, usted mencionó que el forense que levantó el cuerpo de mi padre se llamaba Alberto Gutiérrez, ¿verdad? ¿Lo recuerda? ¿Sabría dónde podríamos encontrarlo?
La señora Ana frunció el ceño, pensativa. —Alberto... Alberto Gutiérrez... Sí, claro que lo recuerdo. Era un hombre muy serio, muy dedicado a su trabajo. Hace muchos años que no lo veo... creo que se jubiló hace tiempo. No estoy segura de si sigue viviendo aquí en Villa Esperanza. Quizás alguien en el centro de salud o en la alcaldía podría tener alguna información sobre él.
Luego, Richard se inclinó hacia adelante con renovada esperanza. —¿Y recuerda algo sobre una joven llamada Esmeralda? Estaríamos muy interesados en saber si alguna vez vivió aquí.
La señora Ana sonrió levemente, como si un recuerdo fugaz hubiera cruzado su mente. —¿Esmeralda? Sí... me suena ese nombre. Creo recordar que una vez hubo una Esmeralda por aquí. Era una jovencita, creo. Gan