Cristian.
¿No les ha pasado que reviven el mismo sueño una y otra vez? Bueno… ese es mi caso.
Llevo una semana soñando con lo mismo: una mujer increíblemente hermosa, de cabellera negra que cae en cascada, con un cuerpo lleno de curvas que desafía toda lógica conocida. Pero hay un pequeño detalle —uno que me está volviendo loco—: nunca logro verle bien el rostro. Siempre está borroso, como si mi mente se negara a mostrarlo.
Lo más raro de todo es que en cada sueño ella me pega. Sí, literal. Una cachetada, un empujón, una patada voladora, o una golpiza digna de película de acción. Y yo… bueno, yo me dejo. Termino siguiéndola, rogándole por su atención como un perrito callejero que no entiende que le están pateando el alma y el orgullo al mismo tiempo.
Pero este sueño fue diferente. Muy diferente.
Esta vez, antes de que ella pudiera siquiera levantar la mano para abofetearme, la besé.
Y lo peor —o lo mejor, depende del punto de vista—, fue que no se resistió al beso y nos besamos apas