Cristian
Han pasado tres malditos días y seguimos sin noticias de ella. No sé nada de mi Sam, y eso me está matando. La angustia, el dolor, la desesperación me consumen poco a poco. Estos días han sido una tortura peor que la muerte: no duermo, no como, y aunque me baño es solo porque mi madre me obliga. No tengo fuerzas, no tengo ganas de nada. Solo quiero una cosa: que ella vuelva. Que regrese a mi lado, aunque no me quiera, aunque me odie por lo que hice, no me importa, solo la quiero de vuelta.
Hemos buscado en todos los lugares que mi madre creía que Arturo podría estar, pero nada. Vacío. Silencio. Eso nos está volviendo locos. Ya no sabemos qué más hacer ni hacia dónde buscar.
Desde la maldita llamada de ese infeliz, cuando escuché lo que le quería hacerle a Sam, perdí la cabeza. Empecé a destrozar todo lo que tenía alrededor. La casa quedó hecha un caos. William intentó detenerme, pero ni él pudo: terminé golpeándolo, incluso mi madre estuvo a punto de salir herida. Solo en ese