Samantha
Recordar a mi madre duele, y este hombre ha logrado que esos pocos y hermosos recuerdos vuelvan justo en este infierno. Las lágrimas me queman los ojos. Es imposible olvidar a una madre; daría lo que fuera por estar con ella en este instante, sentir su calor, su abrazo, su amor, pero sé que eso no pasará. No puedo devolver el pasado ni evitar aquel maldito accidente.
Los asquerosos tocamientos en mi cuerpo me arrancan de golpe de mis pensamientos. Arturo está pasándome las manos por encima, y una oleada de náusea me invade. Maldita sea. Quiero salir de aquí, escapar de este lugar que huele a muerte y podredumbre.
—¡Suélteme! ¡No me toque, maldito asqueroso! —escupo con rabia, retorciéndome para zafarme, aunque por dentro maldigo porque sé que es inútil.
—Cállate. Yo haré lo que quiera contigo, muñequita —responde con una sonrisa torcida, acercando su rostro al mío.
Un escalofrío me recorre la espalda y empiezo a forcejear con desesperación. De pronto, intenta besarme; aparto