Samantha
El silencio me abruma, necesito salir, respirar aire fresco, tratar de asimilar todo esto que está pasando. Me pongo de pie lentamente, arrastrando el cuerpo como si llevara el peso del mundo sobre mis hombros. Mis piernas tiemblan, débiles, pero todavía me sostienen… aunque no sé por cuánto tiempo más.
Camino hacia la puerta y, antes de abrirla, me detengo. Me quedo unos segundos mirando hacia atrás, clavando la vista en esa maldita puerta cerrada, como si con solo mirarla pudiera abrirse. Esperando a que Cristian saliera, aunque sea por un segundo, solo fuera para mirarme a los ojos… para escucharme… dejarme explicarle la verdad. La verdadera verdad. Pero nada. No se oye ni un solo paso. Ni un murmullo. Ni la sombra más mínima de él.
Siento cómo mi garganta se cierra mientras suspiro con un dolor que me atraviesa el alma, como si el simple hecho de respirar me quemara por dentro. Finalmente abro la puerta. Salgo.
La noche ya ha caído sin que me diera cuenta. El cielo está o