Los invitados miraron a Gisela de nuevo. Gisela sabía lo que pretendía Nélida y frunció los labios:
—Depende. Nélida. Algunas embarazadas rebosan de vida, otras no. Tú no lo entenderías, nunca has estado embarazada —Nélida se sonrojó y Gisela continuó—. Fui al hospital, el médico me dio este test, ¿Por qué insinúas que miento?
—Solo estoy confundida —dijo Nélida con falsa dulzura—. Ricardo mencionó que tenías… problemas de salud, que no era fácil que quedaras embarazada.
—Gracias por tu preocupación, pero estoy bien —respondió Gisela, jugueteando con su celular y lanzándole una mirada a Ricardo, que sudaba nervioso. Gisela era tan fuerte ahora, como si estuviera ganando, que le asustó un poco. Se temía que Gisela realmente tuviera un video en sus manos y se acabó si lo publicara.
La habitación del hotel había sido reservada por Nélida, que no se fiaba de que Gisela consiguiera ningún vídeo e iba a hacer saber a todo el mundo que Gisela tenía un trastorno sexual.
De pronto, una voz int