Al verlo tan alterado, Gisela sonrió con calma. —Cariño, ¿no querías un hijo? ¿No te alegra la noticia? —Se acercó, fingiendo arreglarle la camisa, pero bajó la voz hasta un susurro—. Ricardo, llegué de mal humor y preparé algo en el proyector. Si me haces enojar más, podría apretar un botón en mi celular y… quién sabe, tal vez todos vean tu “momento especial” con Nélida.
Le mostró el teléfono con una sonrisa dulce. —¿Te acuerdas de nuestro aniversario, verdad?
Ricardo, aunque furioso, entendió la amenaza. Con tantos familiares presentes, un escándalo lo destruiría.
—Sí, sí, claro que lo recuerdo —miró con rabia a Gisela—. ¡Por qué me ocultas algo tan importante!
—Quiero darles una sorpresa a ti y a Josefa —dijo Gisela con falsa timidez, luego volvió la cabeza y preguntó a su suegra, que seguía echando humo—. Josefa, ¿estás contenta de que realmente vayas a tener un nieto?
—Claro que sí —Josefa asintió con una sonrisa rígida.
Desde que Ricardo trajo a Nélida a la casa, Josefa estaba sa