CHRISTOPHER VARON
La desvestí por completo, dejando su cuerpo desnudo ante mis ojos. Dios… Bianca era una provocación hecha carne. Su piel suave, su cuello temblando bajo mi respiración, y ese culo perfecto, redondeado y respingado, me llamaba de una manera casi animal.
Quise morderlo.
Quise marcarlo.
Quise dejar claro que ahora me pertenecía.
Aparté la mirada apenas lo suficiente para observar la habitación. Había una silla cerca de la ventana; la tomé y la puse justo frente a la cama, donde la luz tenue podía dibujar cada sombra sobre su piel.
Luego me senté. Lento. Seguro. Dominante.
Bianca me observaba desde la cama, vulnerable pero desafiante, como si una parte de ella quisiera resistirse… y la otra rogara por rendirse.
Le señalé con un movimiento de dedos que se acercara.
— Ábrete de piernas para mí, Bianca. —Mi voz salió baja, firme, más un mandato que una petición.
Ella tragó saliva.
Y obedeció.
Sus rodillas se separaron poco a poco, revelando su respiración acelerada, sus