Los días pasaron sin noticias de Roberto y Ximena se encontraba dividida entre sus deseos inconfesables y lo que creía que era lo mejor. Así que había intentado convencerse de que eso era bueno. De que, después de esa última vez en el.hospital, lo último que necesitaba era volver a verlo, sentir su mirada quemándole la piel o escuchar su voz diciéndole.algo en un susurro con acento brasilero que, a su pesar, la derretía por dentro con esa cadencia irresistible. Pero a pesar de esa lógica, algo dentro de ella se removía incómodo con su ausencia. No era tristeza. No era enojo. Era algo más confuso, un sentimiento que no quería analizar demasiado. Trató de evitar pensamientos románticos acerca de él y cosas que jamás iban a ocurrir especialmente porque era un hombre casado, y se concentró en su rutina diaria. En cuidar de Junior, en su trabajo, y en evitar pensar en Roberto claro. Pero, en la quietud de la noche, cuando su hijo dormía y su casa quedaba en completo silencio, su mente la t