POV Elena
Me desperté con la luz tenue del domingo filtrándose por la cortina, esa claridad pálida que suele traer calma, pero que hoy solo me recordó el vacío que había dejado Carlos al irse. No sabía qué hora era; mi cuerpo se sentía pesado, como si no hubiera dormido del todo, pero a la vez estaba consciente de que sí había descansado. Ese cansancio no venía del sueño, sino de la emoción que había tratado de sofocar desde la noche anterior.
Me incorporé despacio, sintiendo el frío de la habitación envolverme, y antes de poder poner los pies en el suelo escuché la voz de Andrea desde la sala.
—¡Buenos días, dormilona! —canturreó, demasiado feliz para un domingo por la mañana.
Respiré hondo y me obligué a sonreír. Abrí la puerta y caminé hacia ella. Estaba sentada en la pequeña mesa de la cocina, tomando café y mirando fotos en su celular como si tuviera un tesoro entre las manos.
—¿Qué haces tan temprano… y tan animada? —pregunté, dejándome caer en la silla frente a ella.
Andrea le