Capítulo 7: Acercamientos
La música de fondo apenas se percibía, como un susurro lejano. Las luces del salón se habían vuelto más tenues, casi cómplices. Algunos ejecutivos ya se habían marchado; otros, entregados al alcohol, reían con estridencia en un rincón. Pero nosotros estábamos en otra frecuencia, como si el resto del mundo hubiera sido silenciado para dejarnos solos en ese instante suspendido.
—¿Te gusta esto? —preguntó Noah de pronto, refiriéndose al ambiente, al evento... tal vez a todo.
Lo miré. Sus ojos no eran los mismos de siempre. No había dureza. Solo una calma tensa, como la que precede a una tormenta.
—No lo sé —respondí con honestidad—. Es bonito, elegante… pero también se siente vacío a veces.
Él asintió lentamente, como si esas palabras le tocaran una fibra que nunca mostraba.
—A veces lo que brilla más es lo que más duele. —Dijo, sin mirarme, mientras giraba el contenido de su copa.
El comentario me dejó sin aire por un segundo. Quise preguntarle qué le dolía tan