La habitación estaba en penumbra. Solo la luz tenue que entraba desde la ventana iluminaba los contornos de sus rostros. No había música, ni palabras innecesarias. Solo respiraciones compartidas.
Kathie se sentía suspendida en un instante fuera del tiempo. Como si todo lo que había sido hasta ahora —la herida, la duda, el miedo— se hubiera quedado al otro lado de esa puerta cerrada.Noah estaba frente a ella. No como el hombre al que una vez amó en silencio, ni como el jefe frío que había aprendido a temer. Estaba allí como él mismo. Vulnerable. Presente. Real.
—¿Estás segura? —preguntó él, su voz apenas un susurro
Ella asintió con una tranquilidad que la sorprendió. No era impulsiva. No era huida. Era certeza.