“Lo siento mucho, Isla…”
Me moví un poco, intentando sacudirme la pesadez del momento. Rafael rompió el silencio primero, con la voz baja y vacilante.
Honestamente, sentí un pinchazo en el pecho por la sinceridad de su tono, pero no quería que todo entre nosotros se sintiera rígido y extraño. Tomando una respiración profunda, decidí aligerar el ambiente.
“Está bien, Rafael. ¿Así es como besas? Qué patético.”
Me reí entre dientes, intentando ocultar el aleteo en mi estómago, y por primera vez desde que llegó, lo vi esbozar una pequeña risa. La tensión se relajó un poco, como un nudo que se deshace lentamente entre nosotros.
Rafael se pasó una mano por el cabello, con los ojos sinceros al encontrarse con los míos.
“Te prometo que será la última vez que haga algo así,” dijo en voz baja. “Solo me dejé llevar por el momento. No quiero que te sientas incómoda, Isla. No quiero que pienses que tengo malas intenciones… porque no las tengo. Para nada.”
Lo estudié un momento, dejando que sus pal