Tío vs Ex: ¿A quién elijo después de su traición?
Tío vs Ex: ¿A quién elijo después de su traición?
Por: Marnie
Capítulo: Pedir el divorcio

Sofía presionó la pluma sobre el papel de divorcio, la tinta se secó lentamente como su última esperanza. Jimena, su abogada, suspiró:

—Si firmas, en quince días serás libre.

—En dos días… —murmuró Sofía para sí misma, repitiendo la cifra como un mantra que apenas lograba tranquilizar su mente. Cada palabra escrita en ese documento era un acto de rebeldía, un grito silencioso contra los años de humillación y abandono.

El silencio del penthouse fue roto de manera abrupta. La puerta se estrelló contra la pared con un golpe seco que reverberó en la habitación, haciendo que los cristales de la lámpara temblaran y que Sofía retrocediera instintivamente.

—¡Te dije que no intentaras huir de nuevo, Sofía! —La voz de Brian Valtieri, cortante como el cristal y cargada de una furia glacial, llenó el espacio antes de que él mismo apareciera en la habitación.

Sofía se encogió, apretando contra su pecho el único maletín que había logrado empacar. Su corazón latía con fuerza, no de emoción, sino de puro terror. Hace apenas cuarenta y ocho horas, había firmado los papeles del divorcio en secreto, creyendo que por fin podría escapar de esta pesadilla. ¿Cómo había sabido él? ¿Cómo había llegado tan rápido, atravesando la distancia que creía segura?

—¿Qué… qué haces aquí, Brian? —balbuceó, tratando de mantener la voz firme, aunque el temblor traicionaba su miedo.

—¿Acaso creíste que podrías divorciarte de mí sin consecuencias? —Él avanzó, imponente, su traje impecable contrastando con la rabia que destilaba por cada poro. Sus ojos, fríos y calculadores, parecían perforarla, revelando que cada uno de sus movimientos estaba planeado.

—Eres mi esposa. Mi propiedad. No te irás a ningún lado hasta que yo lo decida.

—¡Ya no te quiero! —gritó Sofía, hallando un resto de valor entre la humillación que la consumía—. ¡Te odio! ¡Llegaste con tu amante embarazada y pretendes que viva bajo el mismo techo como si nada! ¡Tres años de abandono fueron suficientes!

Por un segundo, la imagen de su "regreso" hace una semana cruzó su mente como un relámpago doloroso. La ilusión de reencontrarse con el hombre del que había estado enamorada desde niña se desmoronó en cuanto lo vio entrar del brazo de Anna, cuyo vientre redondo anunciaba a gritos su traición. Los días siguientes no fueron mejores: humillaciones públicas, la bofetada junto a la piscina tras la escena montada por Anna, y la cruel indiferencia de su suegra Sonia y su cuñada Valentina. Todo había culminado en su decisión de huir.

Brian esbozó una sonrisa fría, sin rastro de humanidad.

—Tus sentimientos me importan un bledo, Sofía. Este matrimonio nunca fue sobre amor. Es una alianza. Y tú cumplirás tu parte, te guste o no.

Antes de que ella pudiera reaccionar, otra figura apareció en la puerta abierta. Maxin Hernández, su propio padre, con el rostro congestionado por la ira.

—¡Insensata! —rugió, ignorando por completo a Brian—. ¿Cómo te atreves a deshonrarnos de esta manera? ¡Brian es tu esposo! ¡Le perteneces!

—¡Papá! ¿Tú también? ¿Vas a obligarme a vivir con un hombre que me desprecia y que tiene un hijo con otra mujer? —Sofía apenas podía contener la mezcla de miedo y repulsión.

—¡Cállate! —La bofetada de su padre fue tan rápida como brutal, haciéndola tambalear—. Si él tiene una amante, es porque has fracasado como esposa. ¡Es tu culpa! Ahora, recoge tus cosas. Volverás a la mansión Valtieri ahora mismo. Yo mismo me aseguraré de ello.

Sofía se llevó la mano a la mejilla ardiente, las lágrimas de traición y dolor quemándole los ojos. Estaba completamente sola. Atrapada. Brian la observaba con satisfacción cruel, cruzado de brazos como un depredador que ve cómo su presa es conducida de vuelta a su jaula.

—Vamos —dijo Brian con tono final—. La diversión ha terminado. Tienes un papel que interpretar, y yo escribiré el guión.

Alguien tenía que escribir uno nuevo, pensó Sofía con amargura mientras era prácticamente arrastrada fuera de su refugio. Y si nadie más lo haría… tal vez tendría que hacerlo ella misma. Una chispa de determinación, fría y tenue, comenzó a arder entre las cenizas de su corazón roto. Esta era la tercera vez que él la humillaba hasta lo inimaginable. Y ella había prometido que no habría una cuarta.

—Si me obligas a mí —susurró con voz rota—, no prometo ser la ‘esposa obediente’ que quieren.

La arrastró hacia el auto, y mientras se acercaban a la mansión Valtieri, el lujo y la opulencia de su hogar parecían ahora prisiones doradas. Anna ya estaba sentada en el sofá, acariciando su vientre con una sonrisa falsa.

—Ah, Sofía —dijo Anna con veneno en el tono—. Brian dijo que vendrías. Me alegro de que hayas entendido tu lugar.

Sofía se quedó quieta, pero en su interior la decisión de escapar se fortalecía. No permitiría que su vida terminara en manos de aquellos que solo buscaban su sometimiento. Hasta que una voz grave resonó en el umbral:

—¿Es así como tratas a tu esposa, Brian?

Todos se giraron. Antonio Valtieri, el tío de Brian, estaba allí, con una expresión sombría y los hombros tensos. Su mirada se posó en Sofía: en el moretón que surcaba su mejilla, en el brazo magullado por el agarre de Maxin. Su mandíbula se tensó como si contuviera un huracán de rabia.

—Tío… ¿qué haces aquí? —preguntó Brian, sorprendido, incapaz de disimular el sobresalto.

Antonio no respondió a Brian. Se acercó a Sofía, y con una gentileza inesperada, le soltó el brazo que Brian había agarrado:

—La próxima vez que alguien la toque sin permiso, tendrá que responderme a mí.

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