parte 2 (capítulo veintiseis)

Me expuso como las mejores.

No sabía si debía ser yo quien pusiera fin a todo, o si dejaba que Tom lo hiciera por mí ahorcándolo.

—No estoy enamorada de él —reí nerviosa—. Y gracias a la cena, he perdido el apetito —añadí mientras sujetaba a Mattia del hombro y lo levantaba de su asiento como podía.

—Pero yo no he terminado de comer —carraspeó Mattia.

—Sí, lo hiciste. Vámonos, ya hemos causado demasiado revuelo hoy —respondí.

Una vez en mi habitación (gracias a Amy, parecía una suite presidencial), encendí la luz y Mattia se mostró indiferente.

—Al principio tenía muchas ganas de enamorarte para luego asesinarte y escapar victorioso —confesó—, pero me encariñé contigo, Alex, y me disté cuenta de que no eres como esos amos que torturan y humillan. Te convertiste en mi amiga, y sería incapaz de matarte.

—¡Lo sé, pedazo de tonto! —grité, sintiendo la vergüenza recorrerme— ¡Le dijiste a Tom que estoy enamorada de él! ¿Te volviste loco?

Él se sentó en la cama con una expresión imperturbabl
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