Collin*
El toque de la mano de Maden era firme, pero cuidadoso.
Collin sentía cada latido acelerado de su corazón mientras él la guiaba por los pasillos estrechos de aquella casa modesta. El olor a madera vieja y hierbas impregnaba el aire.
"¿Este es tu hogar?" su voz sonó tensa.
Maden la miró de soslayo, con una breve sonrisa en los labios.
"No… Solo un refugio. Un lugar donde puedas sentirte cómoda."
Ella se tensó. El contacto de él seguía quemándole la piel, pero él no la soltó.
Cuando Maden abrió la puerta, la luz del sol la cegó por un instante.
Lo que vio afuera… no era lo que esperaba.
No era una fortaleza. Ni una ciudad amurallada.
Era un campamento.
Cabaña tras cabaña se extendía entre los árboles. El suelo embarrado contrastaba con las estructuras rústicas, algunas cubiertas con pieles secándose al sol.
Había muchas personas.
Más de las que imaginaba.
Maden la observó atentamente.
"Sé que no es lo que estás acostumbrada."
Ella no dijo nada.
Pero sentía las miradas sobre sí.