Collin*
El bosque parecía infinito.
Corría con los pulmones ardiendo en cada respiración, el corazón retumbando en el pecho. La desesperación impulsaba sus pasos, pero el miedo susurraba que quizá no fuera lo bastante rápida.
Si la encontraban antes de salir de allí, todo estaría perdido.
El cielo comenzaba a aclararse. Pequeños rayos de sol se filtraban entre las copas de los árboles, pero antes de que pudiera sentir alivio, un sonido cortó el silencio de la mañana.
Un aullido. Alto. Estridente.
La sangre de Collin se heló.
Liam.
Por un segundo, su cuerpo se paralizó. El sonido reverberó dentro de ella, despertando algo que no quería enfrentar. Pero el tiempo no era su aliado —tenía que continuar.
Fue entonces cuando tropezó.
El suelo desapareció bajo sus pies, y antes de poder reaccionar, sintió que se hundía en algo frío y espeso. El barro la engulló con un golpe sordo.
Emergió jadeante, tosiendo, el olor pútrido impregnando su ropa y su piel. Pero Collin no se permitió quejarse. E