Dos días habían pasado desde la ceremonia, y dos días desde que Liam desapareció sin dejar rastro. Su ausencia flotaba sobre la Montaña de Plata como una sombra, dejando a la manada inquieta. Murmullos recorrían los pasillos, miradas preocupadas se cruzaban y preguntas sin respuesta se acumulaban. ¿Dónde podría estar?
Collin intentaba mantenerse ocupada, ofreciendo ayuda donde pudiera. Lo que antes era desconfianza por parte de las hembras de la manada ahora parecía haberse transformado en aceptación. Comenzaban a verla con otros ojos, reconociendo su esfuerzo y su presencia. Las sonrisas discretas y los gestos amables calentaban su corazón, pero no disipaban la preocupación latente.
Fue entonces cuando, a lo lejos, vio a Damon regresar de otra patrulla. Su porte era rígido, los ojos recorrían el camino al frente con cautela. Sin dudarlo, Collin corrió hacia él.
"¿Alguna novedad?" preguntó, jadeante.
Damon suspiró pesadamente, negando con la cabeza.
"Nada. No sentí olor a invasores, n