capítulo 177: despedida.
Heleana*
Las horas parecían arrastrarse con crueldad. La oscuridad de la bodega del barco era húmeda, sofocante. El olor a sangre seca y sal impregnaba las paredes. Heleana caminaba de un lado a otro dentro de la jaula, sus pasos resonando sobre la madera como martillazos en el silencio.
"¿Por qué no vuelven?" pensaba.
Alade… Astar…
Había escuchado gritos apagados hacía un tiempo sonidos de lucha, desesperación, dolor. Algo horrible había sucedido. El tipo de silencio que venía después de un grito como ese era peor que cualquier respuesta.
Había intentado romper los barrotes con lo que tuviera a mano. Había intentado cavar el suelo con las uñas. Pero nada cedía. Nada la salvaba.
Hasta que oyó pasos.
Gruesos. Pesados.
Lupinos.
Dos de ellos aparecieron en el estrecho pasillo y, entre los dos arrastrado como un animal abatidovenía Astar.
"¡ASTAR!" gritó, sin pensar.
Lo arrojaron dentro de la jaula como si fuera un bulto sin valor. El cuerpo de él cayó, pero antes de tocar el suelo, Helea