Alade*
Fragmentos. Ecos. Un mar revuelto de voces.
Todo se confundía entre sombras, memorias y dolor. Alade sentía su propio cuerpo hundirse, como si fuese tragada por un remolino en el vientre. El dolor era tan agudo, tan lacerante, que lhe arrancaba todo el aire, toda la razón.
"¡NO VOY A PERMITIR QUE ELLA MUERA!" la voz ecoó con brutalidad. Familiar.
Aaron.
Desesperado. Cruelmente humano.
Ella estremeció. Tentó abrir los ojos. Los párpados pesaban como plomo. Cuando por fin consiguió, parpadeando con dificultad, el mundo a su alrededor era una mancha de formas rojas y sombras en movimiento.
Entre sus piernas había un viejo. Un curandero. Sus manos estaban cubiertas de sangre — tanta sangre. Aaron, arrodillado a su lado, inmóvil. Los ojos muy abiertos, el rostro gris como cera.
"Lo siento... fue una pérdida."
El mundo enmudeció.
El corazón de Alade no latió. No podía latir.
"No... no. No puede ser..." murmuró Aaron, como un soplo muerto, en shock.
Ella giró lentamente la cabeza. E