Alade*
Alade y Aaron atravesaron los árboles de regreso al campamento.
Cuando surgieron ante los lupinos, fue como encender una mecha.
Aaron permaneció impasible, los hombros rectos, el mentón elevado.
Miradiel, que estaba reunido con los otros más al centro, alzó la mirada lentamente.
Alade dio un paso al frente.
"Él está consciente nuevamente", dijo con firmeza, intentando romper la tensión antes de que explotara.
Pero la sonrisa que nació en los labios de Miradiel fue helada, vacía de compasión.
"Eso no cambia los hechos." Sus ojos no abandonaron los de Aaron. "Ahora puede transformarse. Es un riesgo para todos nosotros. Tiene que morir."
"Miradiel..." la voz de Alade carregaba urgencia y súplica.
Pero no fue ella quien respondió.
"No es por eso que quieres matarme." Aaron habló por primera vez, en tono grave, firme, directo como una hoja. "Estás oliendo mi olor en ella otra vez. Y eso... eso te pone furioso." Escupió en el suelo, los ojos chispeando. "Admítelo, desgraciado. Es por