Colen había anunciado una cena especial, y cuando Colen hacía invitaciones, la negativa nunca era una opción.
Alade se arreglaba frente al espejo con un sabor amargo en la boca. Había elegido uno de los vestidos menos vulgares de su limitado guardarropa, algo que la hiciera parecer mínimamente digna... o al menos, no tan rota.
Cuando salió del baño, Aaron ya la esperaba, recostado en la cama con los brazos cruzados. Sus ojos cayeron sobre ella como cuchillas. Lentos. Evaluadores.
Alade sostuvo la mirada, acortando la distancia entre ellos con pasos firmes.
"¿Cómo estoy?" se atrevió a preguntar, los dedos ajustándose a los tirantes del vestido. Necesitaba poner el plan en acción.
Los ojos de Aaron recorrieron cada centímetro de ella con una lentitud calculada, casi como si le arrancara la ropa con la mirada. Pero cuando habló, su voz fue áspera.
"¿Por qué me preguntas eso, Alade?"
"Porque eres la única persona en la habitación además de mí."
"¿Desde cuándo te importa eso?"
"No me impor