Alade observaba la escena delante de sí con los ojos llenos de lágrimas y el corazón hecho pedazos. Era como si el propio suelo hubiera sido arrancado de debajo de sus pies. Cada latido en su pecho dolía como un martillazo no, no podía ser real. Não él. No Aaron.
"Aaron..." su voz vaciló "¿qué significa esto?"
El chico, ahora tan diferente, se volvió lentamente. Su mirada era gélida, indiferente, cruel. No había rastro alguno del Aaron que la había salvado, que la había besado, que le prometiera protegerla. Era como si él nunca hubiera existido.
"Llévenla a la celda" ordenó con voz cortante.
Dos lupinos avanzaron. Pero Alade no era de rendirse fácilmente. Con un grito desesperado, lanzó un puñetazo al rostro de uno, arrancándole un chasquido seco. Al otro lo pateó con fuerza en el estómago. Intentó correr. Intentó… pero no sirvió de nada. Fue sujetada por detrás, contenida con brutalidad. Sus gritos rasgaron el aire como una hoja afilada.
"¡SUÉLTENME!" gritaba entre sollozos, patalea