Alade encontró a Eric, y pronto los dos comenzaron a caminar lado a lado por las calles de Montaña de Oro. El cielo estaba despejado, el sol derramaba sus rayos dorados sobre los tejados de piedra y los senderos llenos de flores, pero en su pecho, Alade sentía una inquietud que não combinaba con aquel día perfecto.
"Este lugar ha crecido mucho" dijo Eric, rompiendo el silencio con una voz cargada de nostalgia.
"Sí..." murmuró ella, forzando una sonrisa. "Mis padres transformaron esto en una fortaleza. Era el sueño de ellos... y ahora es real."
"Liam debe de estar orgulloso."
Alade suspiró pesadamente, la mirada perdida en las montañas al fondo.
"Lo está. Pero el orgullo no impide los conflictos. Mi hermano mayor, Astar... Él no quiere responsabilidades. Y aun así, mi padre insiste en ponerlo como heredero del liderazgo." Sus ojos se llenaron de una frustración antigua. "Yo ya me ofrecí. Ya pedí. Pero parece que, por ser mujer... o por ser la más joven, nunca seré suficiente."
Se sentó