Damon*
El castillo olía a muerte. Un hedor espeso de sangre y carne podrida impregnaba cada pared, cada sombra. Cuerpos de lupinos yacían en los pasillos como muñecos rotos, pedazos de extremidades esparcidos como escombros de una guerra olvidada.
Pero Damon no veía nada de eso.
Seguía su olor.
La pista de Eve era débil... pero estaba ahí. Sus pasos eran lentos, arrastrados. El cuerpo le dolía, el corazón latía en un compás enloquecido. Cuando por fin llegó a la antigua cocina real, sus ojos casi lo traicionaron.
"Está aquí."
Ella estaba allí.
Tirada en el suelo frío, el cuerpo extendido sin vida.
"Eve... Eve..." su voz era un lamento ahogado.
Se acercó con la respiración contenida. El mundo se estrechó cuando vio la sangre coagulada en el suelo. Y entonces vio su brazo. Arrancado. No había ni rastro de que hubiera sido una extracción limpia. Fue brutal, como si la hubieran desgarrado viva.
Damon cayó de rodillas. Apoyó el hocico en su rostro helado, sintiendo la vida escurrir entre l