Capítulo 02: Alma de uno

Collin no sabía cuándo se había dormido o desmayado sobre los hombros del líder; solo despertó con un sobresalto horas después, su cuerpo frío y dolorido. El bosque a su alrededor estaba en silencio, excepto por el crepitar de una fogata cercana. Un abrigo pesado cubría sus hombros, pero la sensación de incomodidad permanecía.

Intentando mantener la calma, levantó la cabeza lentamente, observando a los hombres alrededor. Algunos dormían, otros permanecían en guardia junto al fuego. Sus ojos buscaron instintivamente al líder, pero él no estaba.

Su corazón latía con fuerza. Si logro huir ahora, puedo escapar de esta pesadilla.

"¿Tienes hambre?" Una voz masculina rompió el silencio.

Collin se quedó helada, sin atreverse a responder.

"Sé que estás despierta", insistió la voz, con un tono que mezclaba diversión y firmeza.

A regañadientes, abrió los ojos y vio al hombre de piel oscura y cabello gris sentado cerca. Sostenía un plato con un trozo de carne asada.

"Soy Damon Stons", se presentó. "Deberías comer."

"Por favor..." murmuró Collin, su voz temblorosa. "Ha habido un error. No debería estar aquí."

Damon arqueó una ceja, como si ya esperara esa reacción.

"No me corresponde decidir, niña. Come."

"¡No!" exclamó ella, la desesperación en su voz atrayendo las miradas de los demás. "¡No soy la que él quiere! Mi hermana..."

Damon suspiró, dejando el plato a su lado.

"Al alfa no le gusta la debilidad, chica. No lo obligues a ser despiadado."

Se levantó y se alejó para reunirse con los otros, dejándola sola con sus pensamientos. Collin sabía que esa era su oportunidad.

Cuando el campamento quedó en silencio, ella esperó. Los pocos hombres que hacían guardia estaban lejos, y los demás dormían profundamente. Se levantó con cuidado, sus pies descalzos tocando el suelo frío del bosque. Ahora o nunca.

Sin mirar atrás, Collin echó a correr. Los árboles parecían cerrarse a su alrededor, pero siguió adelante, ignorando las piedras afiladas y las ramas que desgarraban su piel. El miedo era más fuerte que el dolor.

Hasta que tropezó.

La rama perforó su pie, y cayó con un grito ahogado.

"Ah... dioses..." murmuró, con lágrimas resbalando por su rostro mientras intentaba sacar el trozo de madera.

De repente, todo quedó en silencio.

Los sonidos del bosque desaparecieron. Ni siquiera los pájaros nocturnos se atrevían a cantar.

Collin sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Levantó la cabeza lentamente y vio una figura surgir de entre las sombras. El alfa.

Su cabello estaba mojado, y las gotas resbalaban por su rostro anguloso. Parecía una fuerza de la naturaleza, cada uno de sus movimientos calculado y letal.

"¿Estás intentando matarte, hembra?" preguntó, su voz grave reverberando en la noche.

Ella no pudo responder. Su cuerpo temblaba tanto por el dolor como por el miedo.

Él se acercó, agachándose a su lado. Sus ojos verdes se posaron en la herida de su pie antes de alzarse para encontrarse con los de ella.

"No lo haces fácil, ¿verdad?"

Antes de que pudiera protestar, él la levantó en brazos como si no pesara nada. El calor de su cuerpo envolvió el de ella, y Collin luchó contra el impulso de encogerse.

Sin decir una palabra, él la llevó por un sendero que ella no había visto antes. Después de unos minutos, llegaron a un pequeño lago iluminado por la luz plateada de la luna.

El alfa la depositó sobre una roca lisa, sus movimientos precisos y firmes. Sin ceremonia alguna, comenzó a limpiar la herida de su pie, lavándola con el agua fría del lago.

"La próxima vez que intentes algo tan estúpido, no seré tan misericordioso", murmuró, su tono cargado de una advertencia helada.

"¡Hubo un error!", insistió Collin, su voz temblando. "¡Tomaste a la persona equivocada! ¡Soy Collin, no Colen!"

Él se detuvo un instante, levantando la mirada para encararla.

"¿Cuándo dejarás de repetir esa tontería?"

"¡Cuando creas en la verdad! ¡Mi hermana me engañó, me dejó aquí en tu lugar!"

El alfa entrecerró los ojos, pero no respondió de inmediato. Rasgó un pedazo de su propia ropa y improvisó una venda para su pie, sus movimientos sorprendentemente delicados.

"Hablas como si tuvieras elección, hembra. Pero déjame aclararte algo: no importa quién creas que eres."

"¿Qué quieres decir con eso?", preguntó ella, la rabia y el miedo mezclándose en su voz.

Él se puso de pie, desabrochando lentamente el jubón.

"¿Qué estás haciendo?", preguntó ella, retrocediendo instintivamente.

Cuando el jubón resbaló de sus hombros, ella lo vio. En su pecho, varias marcas intrincadas, semejantes a tatuajes de cadenas, con la letra C en cada extremo. Parecía que formaban parte de su carne, irradiando una energía casi palpable.

"Eres mi alma de uno, Colen. Nuestros destinos están entrelazados, te guste o no."

Él se inclinó, sujetándole el mentón con firmeza, obligándola a mirarlo a los ojos.

"No sirve de nada huir, chica. He esperado por ti mucho tiempo, y no voy a rendirme ahora. Te necesito."

Collin sintió su corazón acelerarse, una mezcla de terror y algo que no quería admitir.

"Ahora, vamos. Estamos casi en casa."

"¡No! ¡Espera!", gritó ella, pero él volvió a alzarla en brazos con facilidad, llevándola mientras avanzaba por el bosque.

El campamento ya se veía a lo lejos, y Collin sintió el desespero crecer dentro de sí. Necesito escapar. Tengo que encontrar una salida antes de que sea demasiado tarde.

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