—¿Emerson?
El lycan se puso en marcha y la arrinconó en una de las esquinas de la ducha. Kary jadeó cuando sintió la piel caliente de su alfa y la pared fría en su espalda, dándole una sensación deliciosa entre las temperaturas.
La besó, dándolo todo mientras sus manos descansaban en su cintura y otra en su cabeza, anclándola en el lugar como si temiera que Kary pudiera evitar o rechazar sus labios. Que equivocación, Kary jamás podría rechazarlo, y menos cuando la adoraba tan fervientemente de esa manera.
Gimió cuando sintió sus labios calientes en el arco de su cuello, entre su cuello y su hombro, mordiendo suavemente la carne para luego adorar fielmente la marca a un lado de su nuca.
Unos escalofríos imparables le recorrieron el cuerpo, y casi saltó sorprendida. ¡La marca en su cuello había convertido esa parte de su cuello en una zona erógena! ¡Incluso más erógena que sus senos!
Se quedó boquiabierta.
—E-Emerson…—gimió de nuevo cuando el lycan arrastró sus dientes por esa piel sen