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Llegaron las cocineras al rescate. Dos de ellas fueron a reunirse con Aine y Arleen, dos vinieron conmigo y Adara, las cuatro restantes trajeron más jarras de vinos y agua y se llevaron las bandejas con las fuentes. A nosotras nos tocaba retirar los platos usados y ponerlos en las bandejas de las cocineras, que salieron al tiempo que las otras regresaban con las fuentes del plato principal y la variedad habitual de guarniciones.

Servirlo llevó más tiempo y cuidado que la entrada, pero al fin todos los lobos tuvieron su abundante comida.

Si el almuerzo se estiraba un minuto más de lo estrictamente necesario, me daría una crisis nerviosa o me desmayaría.

Sintiendo que respirar hondo y mantener la vista baja ya no me ayudaba, le pedí a Adara que se quedara por las dudas, apilé con cuidado las fuentes de guarniciones vacías y las llevé a la habitación lateral.

Necesitaba salir de allí aunque más no fuera un momento.

Las cocineras ya subían los pos

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