Capítulo 62 —Ni siquiera la vida
Narrador:
No volvieron a hablar en todo el trayecto. Cleo se mantuvo con la mirada fija en la ventana, fingiendo que las luces de la ciudad eran suficientes para distraerla. Nerón, al volante, no la miró más. Pero su mandíbula apretada y la tensión en sus nudillos decían lo que su boca no soltaba.
El ascensor subió en silencio hasta el piso del penthouse. Cuando las puertas se abrieron, ella salió primero. Él la siguió. El ambiente los envolvió como un eco de lo que ya no podían ignorar. Nerón se quitó el abrigo con gesto automático, caminó hacia el mueble bar y se sirvió un whisky sin medir.
—Necesito un trago —dijo, como quien lanza una declaración al aire. —Se giró hacia ella, levantando el vaso. —¿Quieres?
Cleo negó con la cabeza.
—No. Me voy a acostar.
Dio un paso hacia el pasillo, pero él se interpuso sin dudarlo. No la tocó. No alzó la voz. Solo le cerró el paso con su presencia.
—De ninguna manera —dijo, con tono bajo pero firme —Vamos a hablar.