Capítulo 127 —El rumor
Narrador:
Los días transcurrieron en una calma engañosa, hasta que llegó el documento oficial. El juez había ordenado un inventario detallado de todos los bienes que por herencia le correspondían a Cleo y que durante años había administrado solo Marianne. Nerón revisó cada hoja con meticulosidad, sentado en su despacho de la mansión. Cuando terminó, redactó un acuerdo que plasmaba exactamente lo que Cleo había decidido: dividir los bienes como si ambas fueran hijas legítimas de Morel, sin disputar el apellido ni despojar a Marianne de lo que ya había recibido. El encuentro se llevó a cabo en el estudio de Neron, con todas las partes presentes. Marianne estaba rígida, los labios apretados en una línea de rabia. Firmó los papeles de mala gana, estampando su rúbrica con un golpe seco, como si quisiera atravesar el papel. Cuando levantó la vista, la mirada que le lanzó a Cleo era puro veneno.
—Te odio —escupió, con voz baja pero cargada de rencor —Te odiaré por el